Todo empezó cuando Margarita Del Pilar Fitzpatrick visitó una oficina del Departamento de Vehículos Motorizados (DMV) del estado de Illinois en 2005 para obtener una licencia de conducir. Presentó su pasaporte peruano, su “Green Card” y no llenó el formulario para registrarse para votar.
Sin embargo y a pesar de que no era ciudadana de los Estados Unidos el empleado le preguntó si quería registrarse para votar.
“Yo estaba confundida”, dijo. “Le pregunté: ‘¿Se supone que me registre?’ Y el dijo: ‘Bueno, depende de usted.’”
La mujer marcó “sí” al lado de la casilla de ciudadano de Estados Unidos, incapaz de encontrar una referencia a lo que era: un residente legal permanente.
Posteriormente, el gobierno le envió una tarjeta de registro de votante. Ella votó posteriormente en dos elecciones, pensando que todo estaba bien.
Después de seguir adelante con su solicitud de ciudadanía en 2007, Fitzpatrick le dijo al oficial de inmigración que ella había votado – sin saber que había hecho algo malo.
Luego de la cita canceló su registro de votante, pero ya era demasiado tarde. Dos meses más tarde recibió una carta diciendo que los funcionarios de inmigración habían empezado un proceso para su deportación.
Margarita dejó Perú en 2001 para buscar una mejor vida en Estados Unidos. Estudió inglés y se casó con un ciudadano americano consiguiendo así su residencia. Hoy como enfermera y con tres hijas, todas ciudadanas estadounidenses, ve como la vida por la que tanto trabajó se le va de las manos.