A partir del 1 de marzo, todos los viajeros de tren, autobús y tranvía en Luxemburgo nunca más tendrán que comprar un boleto: el transporte público será gratuito.
El pequeño reino europeo, con 610 mil habitantes y un tamaño equivalente a una octava parte de El Salvador, se convierte así en el primer país del mundo en adoptar esta medida.
«Estoy contenta. Es una buena medida ecológica. Y nos facilita la vida el no tener que comprar una tarjeta de transporte cada mes» que cuesta 25 euros (28 dólares), se felicita Anna Beirrao, usuaria del transporte.
Las máquinas automáticas donde se compran los billetes van a desaparecer poco a poco del país.
Únicamente el tren de Luxemburgo seguirá siendo un servicio de pago.
Los revisores de los transportes públicos serán integrados en otros servicios, pero no ocultan sus miedos.
Algunas ciudades en el mundo ya han puesto en marcha parcialmente sistemas gratuitos –– a ciertas horas o para determinados medios de transporte ––, pero por primera vez se aplica a todo un país, según el ministerio luxemburgués de la Movilidad.
En Luxemburgo, los ingresos generados por la venta de los billetes y de los abonos se elevan a 41 millones de euros (45 millones de dólares) anuales, un 8% del costo anual del transporte público, que se financiará ahora por los impuestos, según las autoridades.