El estudio, presentado en Washington, es el primero realizado por una universidad estadounidense en El Salvador, donde fueron entrevistados 1.200 pandilleros y expandilleros de la Mara Salvatrucha (MS13) y Barrio 18, que se han expandido en los últimos veinte años en ese país centroamericano.
«Las pandillas juveniles contemporáneas son mucho más numerosas, su presencia se ha extendido a lo largo de la mayoría del territorio, y sus actividades son significativamente más violentas, estratégicas y complejas», resalta el informe.
Cruz, director del Centro Kimberly Green para Latinoamérica y el Caribe de FIU, precisó que de ser jóvenes que vagaban por las calles y cometían fechorías se convirtieron en grupos más estructurados y violentos, que incluso han llegado a negociar con el Gobierno salvadoreño.
Sin embargo, explicó que pese a ese fortalecimiento, el informe halló que las razones para unirse a estos grupos de extorsionistas siguen siendo las mismas.
«Las motivaciones son familias muy problemáticas y falta de oportunidades», indicó este salvadoreño experto en criminología y pandillas.
Para el investigador, si no se atienden estas problemáticas de forma «decisiva», no se podrá detener la inmigración de niños, jóvenes y familias a Estados Unidos, como la oleada de salvadoreños, guatemaltecos y hondureños que en 2014 creó una «crisis humanitaria».