¿QUE TRAJE ME PONDRE HOY?
Durante estos días de cuarentena, metido en la casa, me puse a hacer muchas cosas, las cuales siempre dejaba para después, decía que, “algún día las haré”. Teniendo tiempo, arregle papeles en la oficina, me sorprendí yo mismo la cantidad de papeles que tiré, algunos ni sabia para que los guardaba. Lo mismo hice en el closet donde guardo mi ropa. Yo mismo me sorprendía ver ropa que no me acordaba que tenía. Algunas prendas de vestir, trajes muy bonitos que no los vestía. Resolví y tome grandes decisiones: poner orden en mis prendas de vestir. De aquí en adelante me estaré vistiendo con los trajes que me harán digno de quien soy. Trataré de resaltar la dignidad de quién soy yo. No por orgullo, sino por dignidad. De aquí en adelante, siempre me vestiré conforme a mi posición para que resalte siempre de quién soy yo.
Apreciado lector, yo le recomiendo que haga lo mismo. Porque el problema es que muchas veces andamos vistiendo andrajos y la gente nos juzga por lo que ven, por nuestra forma de vestir y no, por lo que en verdad somos. Más de las veces, la primera impresión es la que impacta.
Hablando del mismo tema, justamente el Apóstol Pablo nos dice: “Vístanse como el pueblo de Dios, de verdadera compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia. Tengan paciencia unos con otros, y perdónense si alguno tiene una queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes. Sobre todo re-vístanse de amor, que es el perfecto lazo de unión”. Colosenses 3:12-13.
Hoy día con el problema del Covid 19 hay demasiada gente necesitada. Vístase de estos diferentes trajes y comparta con los demás. Bondad es misericordia. Es ayuda al necesitado porque quizás perdió el trabajo y no tiene que comer. Aprenda a ser humilde tomando el ejemplo de Jesús quien se puso a lavar los pies de los discípulos. Quizás hoy no necesitas lavar los pies de alguien, pero si, dar una palmeada en el hombro del desanimado y caído. O quizás, has perdido la paciencia? Recuerda que el Señor ha sido, y es paciente, largamente contigo. Practica la “Regla de Oro”. Así como quieres que te traten a ti, trata de igual manera a los demás. Y, que diríamos del perdón, del perdón? A veces oigo decir a la gente: “te perdono, pero nunca olvidaré”. Eso no es perdón, eso es resentimiento que seguirá acompañándote y amargándote toda la vida. Perdón no es un sentimiento, sino una decisión. Si quieres que la herida sane, necesitas tomar la decisión de perdonar, ejercer tu voluntad. Una vez perdonando la herida sana y solo queda una cicatriz, la cicatriz ya no duele, sino que hace recordar que antes allí había una herida, pero que ya se sanó.
Lamentablemente, hoy día ya los cristianos, los verdaderos hijos de Dios cuesta identificar. Visten trajes diferentes, muy sicodélicos, al día con la moda. Están en onda con la corriente de estos días. Los trajes que más resaltan son de orgullo, egoísmo, vanidad, altivez, envidia, celos, divisiones, y muchos otros mas, como amadores de sí mismos.
Hoy el Señor espera que sus verdaderos hijos, los que pertenecen a Cristo se vistan de trajes que los identifiquen, pero no tan solo la apariencia externa, sino los trajes que visten internamente. Vestir los corazones, los sentimientos, las emociones y el sentir, de trajes como: compasión, misericordia, paciencia, fidelidad, humildad, dominio propio, paz, alegría y amor.
Y, sobre todo, no se olvide de re-vestirse del amor. Parece que Pablo quiere enfatizar que en el atuendo de toda su vestimenta no falte el amor. Teniendo el amor usted podrá gozar de la paz de Cristo. Solo quisiera recordarle que, el amor no son buenas razones, sino hechos concretos. Cosas, algo así prácticas, una caja de comida para la familia necesitada, gasolina para el carro, ir a orar por el enfermo, ir a visitar al olvidado, espero que el Señor le dirigirá a donde ir y a quien visitar.
En otras palabras, vístase bien, para que en estos días su vestimenta refleje de quien es Ud. No permita que lo confundan, eso sería un gran irrespeto a la dignidad de su persona. Actué como un hijo de Dios, una hija de Dios. Dé a conocer su identidad.
Con mucho amor y hasta la próxima, mientras tanto, disfrute de los trajes que el Señor le ha dado.
Bendiciones,
Dr. Pedro Yaruchyk