El 20 de abril marco el primer aniversario de mi cirugía cardiológica. Parece mentira, pero el tiempo ha pasado. Aunque no hay un solo día que pase sin recordarme, cada día veo la gran cicatriz que tengo en el pecho, donde me abrieron y las largas 10 horas que estuvieron trabajando para reparar y cambiar las válvulas, el músculo y la vena aorta, mientras algunos aparatos bombeaban sangre a los otros órganos vitales de mi cuerpo y así, me mantuvieron con vida. Durante esas interminables horas, en la sala de espera del hospital, había un grupo de hermanos orando al Señor por un milagro, mientras miraban en el monitor lo que me estaban haciendo. Además otra nube de hermanos, en diferentes partes del mundo, clamaba al Señor por mí. Dios escucho las súplicas e hizo el milagro de prolongarme la vida. El proceso de recuperación ha sido lento, con muchos altos y bajos. Además del dolor físico, fue una tremenda lucha espiritual, hubo momentos que casi me daba por vencido, pero el Señor me fortaleció. ¡Gloria sea a Él eternamente!
Aquí en la vida “bajo el sol” como dice en el Libro de Eclesiastés, diferentes experiencias nos dejan cicatrices tanto físicas, emocionales como espirituales. Algunas se vuelven imborrables, las llevaremos con nosotros a través de todo nuestro peregrinar por esta tierra. Esto me hace recordar una de las oraciones del Rey David que está grabada en el Salmo 90 que dice: “Mil años, para ti, son como el día de ayer, que ya paso; son como unas cuantas horas de la noche… Algunos llegamos hasta los setenta años, quizás alcancemos hasta los ochenta, si las fuerzas nos acompañan. Tantos años de vida, sin embargo solo traen pesadas cargas y calamidades: pronto pasan, y con ellos pasamos nosotros”.
Pero, apreciado lector, quiero animarle hoy. Tome impulso y viva una vida que agrade al Señor y que sea de bendición al prójimo, porque llegará el día donde “no habrá cosas rotas ni viejas” como dice un canto que escribieron John Mark Hall y Matthew Joseph West del grupo “Casting Crowns”, porque el Señor hace todos las cosas nuevas. La canción continúa diciendo: “En el cielo sólo uno tiene cicatrices en sus manos”, nadie más, “El único que tendrá cicatrices en sus manos es el que sostiene tu vida.” Si, Aquel que fue a la cruz y allí fue clavado en tu lugar y el mío para borrar todas las cicatrices que la vida nos ha hecho, pero ahora podemos ser libre de todas ellas, porque Él ya lo solucionó. Sólo tenemos que ir a Él y reconocerlo como Salvador y Señor. En el cielo sólo uno tendrá cicatrices en sus manos, las manos de Aquel que nos está sosteniendo.
Cicatrices en el Cielo es una poderosa canción que explora temas del dolor, sanidad y redención. Tiene un mensaje de esperanza y del poder transformador de Dios donde hubo heridas habrá sólo cicatrices de restauración, renovadas por el amor de Dios. Este canto refleja las luchas personales, el peso de los errores del pasado y el deseo de comenzar de nuevo. Constata la realidad de las heridas y las cicatrices de los desafíos de la vida, también muestra el deseo de encontrar esperanza de sanidad y restauración a través de la gracia divina. Nos da un mensaje donde vemos que a pesar de las heridas que cargamos, tenemos esperanza de redención y un nuevo comienzo. Nuestro gran deseo es cambiar el pasado pero eso viene por la gracia y el amor de Cristo. Creemos que a través de la gracia nuestras cicatrices serán lavadas, simbolizando así una sanidad y renovación en nuestra vida.
La canción dice:
Hubo un tiempo en el que mis lágrimas caían más que la lluvia
mientras me aferraba a todo, menos a la verdad.
Desearía que pudiera cambiar la historia que dejaron las heridas.
La gracia vendrá como la lluvia y lavará nuestras cicatrices en el cielo.
Me pregunto si encontraría belleza después de esta oscuridad.
Ya que pase por valles tan profundos. Pensé que nunca vería la luz del sol.
Desearía que pudiera cambiar la historia que dejaron las heridas.
La gracia vendrá como la lluvia y lavará nuestras cicatrices en el cielo.
Esta canción nos hace recordar el poder de la gracia divina que trae sanidad y redención. Una vez que las cicatrices sean borradas, quedará el recuerdo como un símbolo del pasado y una gran gratitud a Dios. ¡Anímese!
Bendiciones
Dr. Pedro Yaruchyk