Iakov Isaakovich era un gran y exitoso hombre de negocios, pero tenía problemas con el liderazgo de su hogar. Iakov y su hermano eran los únicos hijos de la pareja que formaban Isaak y Rebeca. Eran un par de mellizos, o cuates, como la mayoría de la gente acostumbra a decir. Aunque eran mellizos, siempre se consideraba mayor el que nacía primero, así que Iakov se consideraba el menor, porque a la hora de nacer, él era el segundo, y a la hora de darlos a luz la madre, dice que venía, el segundo, agarrado del talón del pie del hermano con su mano.
En aquel entonces, y en esa cultura, la bendición paternal se daba al primogénito de la familia. Iakov anhelaba esa bendición, sucede que un día Esau, el hermano mayor vino muy cansado y con hambre de una cacería en la que le fue mal, vio que su hermano Iakov había preparado un rico caldo de frijoles rojos, le abrió el apetito y pidió que compartiera. Este aprovecho la oportunidad, haciendo un trueque de un plato de caldo por el derecho a la primogenitora. Luego después logro obtener la bendición paternal con la ayuda e intervención de su madre, pero esa acción provoco una reacción de odio y venganza en la vida de su hermano Esau y entonces tuvo que huir lejos. El día de su huida le agarra la noche en el campo, decide pernoctar allí y en la incomodidad, antes de ponerse a dormir, encuentra una piedra que le serviría de almohada, cae profundamente dormido y tiene un sueño bastante raro. Soño que hay una escalera desde la tierra al cielo por la cual ángeles divinos suben y bajan. Dios le hablo diciendo: “Yo soy Yhaveh, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de Isaac; la tierra en que estas acostado te daré a ti y a tu descendencia que será grande y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente”. Génesis 29. Llega a la tierra donde vivía su Tío Laban, el cual tenía dos hijas preciosas. La menor más bonita que la mayor, y el, se enamora de la menor, Lea y Raquel. Arreglan el matrimonio por la cual tiene que trabajar por largos siete años, en cambio por la dote. Pero, la noche de la boda el suegro no le da a la hija menor que el quería, sino la mayor. Entonces, otros siete años tuvo que trabajar por Raquel a quien quería de todo corazón. Así que, Iakov termina casado con dos hermanas, además tomo dos concubinas, entre las cuatro, en aquel entonces le dieron una familia de once hijos.
Por muchos anos, Iakov, trabajo para su suegro como administrador de la gran hacienda que este tenía. Todos los pagos eran en forma de ganado de todo tipo y siervos. Después de muchos años así, un día decide volver a su tierra natal y hacer las paces con su hermano. No olvide que, al robarle el derecho a la primogenitura, este le odio a muerte. Entonces, para ir al encuentro y para buscar las paces, se ingenio una estrategia. La noche antes, dividió todo lo que tenía en cuatro grupos. Esposas, hijos, ganado y siervos. Si el hermano lo ataca e hiere a un grupo el otro podrá, escapar. Y él, el propio Iakov, se quedo solo para hablar con Dios. “Así se quedo Iakov solo: y lucho con él un varón hasta que rayaba el alba. Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Iakov le respondió: No te dejare, si no me bendices. Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Iakov, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido. Y lo bendijo allí”. Génesis 32. Luego se dio el encuentro con el hermano de reconciliación, paz y perdón. Los dos se abrazaron, lloraron juntos y comenzaron una relación preciosa.
Quería compartir esta historia contigo, querido lector, siendo que este mes celebramos el “Día del Padre” para que todos nosotros aprendamos algunas lecciones de este hombre que logro éxitos en su vida económica y material, pero que tenía serios problemas familiares hasta el día que se enfrento con su Dios y Señor de la vida. A la mayoría de nosotros nos pasa algo parecido. Tratamos de huir y no queremos enfrentarnos con nosotros mismos delante de Dios. Iakov cometió muchos errores, pero en una cosa, eso sí, merece que le imitemos es, que el momento que se enfrenta consigo mismo y delante de Dios, tiene una decisión que, no se dejara vencer por nada, ni nadie hasta que sea bendecido.
Para ser un buen padre hoy, necesitas luchar por tu familia, hijos, familiares, seres queridos. No te des por vencido, no dejes de luchar, hasta lograr, hasta ser bendecido.
FELIZ DIA DEL PADRE PARA TODOS
Hasta la próxima y muchas bendiciones
Dr. Pedro Yaruchyk