El poder del perdón

PASTORES GABIN

Perdonar no es olvidar, es recordar sin que te duela.

Llegar a ese punto no es cosa rápida ni fácil, pero tampoco imposible; al igual que la carga emocional, el dolor, las heridas que han causado las personas que lograron decepcionarte o traicionarte.

Aprendí que el perdón es un proceso que se da lentamente y no de la noche a la mañana. Para comenzar a experimentarlo debes seguir 6 pasos con una disposición honesta, sincera y transparente. Claro está, es una decisión propia, luego de una gran reflexión desde tu interior.

Samuel Socquet-Juglard de la Revista Francesa Psychologies, comenta “perdonar a un padre verdugo, a un atacante, a alguien que nos ha defraudado, al conductor que se ha llevado por delante uno de nuestros seres queridos, se trata de un viaje interior que puede ser largo y exigente, difícil de desear para recorrer. Para algunos perdonar es un acto de coraje, para otros, una confesión de debilidad cuando la situación en la que estamos parece no dejarnos otro camino que ‘preferir la venganza’. Es muy difícil que lleguemos a poder conceder el perdón”.

Y agrega: “Todas las víctimas que han perdonado están de acuerdo en decir que tal proceso los ha liberado, que inclusive les ha insuflado una nueva energía a sus vidas, porque el perdón sirve ante todo para liberarse a sí mismo. […] Ya sea que lo solicitemos o lo concedamos, es el fruto de un verdadero trabajo sobre nosotros mismos cuyo resultado permanece, sin embargo, es posible llegar a perdonar sinceramente a alguien sin forzosamente llegar a comunicárselo ya que el proceso se opera a partir de nuestra toma de consciencia”.

Pues bien, para los que me han solicitado estos pasos por mensajes electrónicos y redes sociales y quienes me leen cada mes, les comparto el proceso de seis pasos que yo aprendí en un tiempo de sanación, los cuales te explico según mi propia cosecha, para que experimentes el verdadero perdón o empieces a hurgar qué te ha dañado en la vida para perdonar.

  1. Reconocer el daño.¿Cómo sabemos que tenemos algo qué perdonar? ¿Cuándo sentimos dolor, daño, heridas? Pregúntate: ¿Qué sucedió? ¿Quién lo hizo? ¿Qué efectos tuvo sobre mí?

Muchas veces reconocemos el dolor, pero no hemos enfrentado la causa.  Hay personas que frecuentemente dicen: “odio tal cosa”, “ya no me harán llorar”, “odio mi infancia” -no sé por qué pero la odio”. Estas preguntas surgen porque vivimos una interpretación de (el dolor), pero no nos hemos dedicado a buscar la causa para sanar.

  1. Identifica las emociones implicadas. Una vez que estas consciente qué es lo que ha causado el dolor en tu vida, es necesario identificar lo que has sentido. Hay tres sentimientos básicos que solemos sentir cuando se nos hiere:

-Miedo: generalmente hay muchas situaciones que nos marcaron desde niños, por lo que en la adultez es natural que todo lo que nos hicieron nos cause miedo.

-Culpa y vergüenza: tendemos a culparnos por cosas que no hemos hecho o sentirnos avergonzados de quienes somos.

-Ira: cuando nos enfrentamos con los recuerdos del pasado, el enojo y la rabia salen a la superficie, haciéndonos llevar cualquier sentimiento de frustración a nuestra vida laboral, personal, de pareja, en familia.

  1. Expresa tu dolor e ira:no lo contengas, pero tampoco te dejes llevar por ella. Si tomas decisiones sintiendo ira, las consecuencias no serán nada agradables. Es válido estar enojado, lo que no es válido es pagar todo lo que sientes en los demás ni que el dolor sea una constante en tu vida. Todo tiene su momento, su tiempo, vive un luto, por decirlo así.
  2. Pon límites para protegerte a ti mismo:es importante y saludable aprender a establecer límites. Los límites son derechos. Por ejemplo: hay mujeres que revisan la cartera de su esposo, hombres que registran la bolsa de su mujer, madres que revisan los cajones de los hijos, gente que entra a la oficina sin pedir permiso. Estos son casos sencillos, pero siempre es necesario poner un límite a los demás.
  3. Cancela la deuda:en este paso es necesario deshacernos por nuestro propio bien el daño que nos causó lo sucedido. Es el momento justo para olvidar  los errores de los que te hicieron daño y liberarte.
  4. Considera la posibilidad de la reconciliación: esto es conveniente hacerlo cuando se pueda y dependa de ti. Puedes buscar a la persona y confrontarla primero siendo agradecido y luego dejándole saber lo que te hizo, con el fin de estar en paz. Es muy importante tomar en cuenta que el perdón es personal, eres tú quien decide perdonar a alguien para la reconciliación, no obstante, se necesitan ambas partes por lo que no siempre es posible.

¿Cómo saber si verdaderamente hemos perdonado? Cuando ya no sentimos más enojo, ni rencor al reencontramos con aquel que nos ha hecho sufrir.

Recuerda que el perdón empieza por uno mismo.

¡Sonríe, agradece y abraza tu vida!

Hasta la próxima

Su Colaborador Edelfi Gabin

pastorgabin@gmail.com

 

 

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