En las escuelas de astronomía del país se mantiene un “prejuicio social” y “racismo sistémico” que limitan la presencia de mujeres, minorías étnicas y personas del colectivo LGBT e impiden que las aulas reflejen la diversidad demográfica de EE.UU., según expertos.
En el año 2007, el 90 % de los profesores que impartían clases de astronomía en las cincuenta universidades más prestigiosas del país eran blancos, mientras que los afroamericanos representaban el 1 % del profesorado, los hispanos el 1,2 % y los asiáticos el 7 %, según el Estudio Nelson de Diversidad.
“Hay un par de mitos que algunas personas racistas mencionan: que la gente de color no tiene la capacidad y que su desinterés por estos temas es una cuestión cultural. Pero toda la gente, todos los grupos tienen una curiosidad inherente por el universo”, aseguró a Efe Jorge Moreno, director del Comité sobre el Estatus de las Minorías en Astronomía de la Sociedad Americana de Astronomía (AAS).
El mexicano, que también es catedrático de astronomía en el Politécnico de Pomona en California, encabeza diversas iniciativas para facilitar el acceso de los grupos minoritarios a una rama históricamente dominada por el “hombre blanco heterosexual” y donde, opinó, se impone el “mito” que atribuye a este colectivo habilidades superiores a las del resto.
Moreno explicó que el paso más importante se dio en 2015, cuando la AAS inauguró en la Universidad de Vanderbilt la primera Conferencia para la Inclusión en la Astronomía.
De aquí nació el blog “AstronomyInColor”, que hoy en día le pone nombre y rostro a las astrónomas de color con historias inspiradoras para los jóvenes.
También surgió el compromiso de celebrar el “Foro Antirracismo” en la próxima conferencia, donde se analizará cómo el racismo se manifiesta en las aulas. Además, los estudiantes y profesores afroamericanos podrán conocerse y crear colaboraciones científicas a través de “Meet & Greet”.
En paralelo, la AAS recomendó a los centros académicos limitar el uso de la nota del examen estándar GRE de Física como parámetro para aceptar candidatos a programas de posgrado, pues la prueba mide más el acceso que un alumno tuvo en el pasado a una buena educación, lo que dificulta la presencia de minorías en estos estudios.
“El GRE de Física no está correlacionado con el éxito, pero sí con el género y la raza de quien lo toma. Si tienes una buena calificación, no significa que vayas a tener buen éxito en astronomía y viceversa”, advirtió Moreno.
Otra de las iniciativas lideradas por el mexicano es “Cal-Bridge”, que otorga becas completas a estudiantes de las universidades públicas de California para cursar postgrados en astronomía o ramas paralelas.
“Fue un honor para mí que mis profesores me nominaran hace tres años para esta beca y que fuera una de las cuatro mujeres que la recibió”, aseguró a Efe Katy Rodríguez, pupila de Moreno.
“Recibirla fue una inyección de confianza en mi habilidad para seguir en esta rama porque en aquella época no había mujeres en quienes pudiera inspirarme”, agregó esta latina que ahora cursa el doctorado en la Universidad de Irvine.
Moreno encabeza también el Instituto Aztlán en Harvard, que este verano financió el viaje y la estancia en la universidad bostoniana de cuatro estudiantes hispanos de California.
Los jóvenes participaron en cursos, realizaron investigación y aprendieron sobre temas sociales, el machismo y el feminismo dentro y fuera de la astronomía.
“Es algo muy único porque hablamos de astronomía y de justicia social, pero el año que viene quiero estudiantes de todas partes del país”, aseveró Moreno.
Otro programa similar es LAMAT, que en maya significa “estrella”, y cuyo objetivo es captar y retener estudiantes de grupos minoritarios.
“Traemos estudiantes de colegios comunitarios para que hagan estancias de investigación en verano y convencerles de que vayan a Santa Cruz y estudien física”, aseguró a Efe Enrico Ramírez-Ruiz, director del departamento de astrofísica de la Universidad de California en Santa Cruz.
El astrónomo, galardonado con la prestigiosa beca de investigación Niels Bohr, valorada en cinco millones de dólares, explicó que LAMAT ha logrado que el 40 % de los estudiantes becados se transfieran a UC Santa Cruz.
“Este programa les ve crecer. Lo que necesitan es que les demos la plataforma que la sociedad no les dio”, concluyó Ramírez-Ruiz.
EFE