En el norte de California, el pastor de una mega iglesia reparte formularios de exención religiosa a sus feligreses. Un senador estatal de Nuevo México ayudará con este documento, apuntando al uso de células fetales en el desarrollo de algunas vacunas, décadas atrás.
Y un evangelista con sede en Texas ofrece cartas de exención a cualquier persona, por una “donación” sugerida a partir de $25.
Con los mandatos de vacunas en los lugares de trabajo más cerca, los que se oponen están recurriendo a un argumento, que en muchas ocasiones ha sido efectivo, para evitar vacunarse contra covid-19: que las vacunas interfieren con sus creencias religiosas.
Ninguna iglesia mayor se opone a la vacunación. Incluso la Christian Science Church, cuyos seguidores dependen en gran medida de la oración en lugar de la medicina, no impone una política oficial. Aconseja “respeto por las autoridades de salud pública y obediencia consciente a las leyes del país, incluidas las que requieren vacunación”.
Y si una persona afirma que sus creencias religiosas prohíben la vacunación, es poco probable que el argumento se pueda sostener en una corte, dicen expertos legales. Aunque algunos miembros del clero se han manifestado en contra las vacunas, no tienen una justificación en los textos religiosos para sostener sus posiciones.
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