Por sus altos niveles de pobreza, México concentra algunos de los grupos sociales más vulnerables para enfrentar al coronavirus. Gente como Benigno Hernández, de 73 años, quien debe salir a ganarse la vida como bolero de zapatos para llevar algo de comer a su esposa con todo y diabetes e hipertensión, enfermedades contra las que batalla desde hace 20 años.
Ambas enfermedades, en conjunto con su edad, hacen de Benigno una de las personas con mayor riesgo en la capital mexicana donde en los la recomendación es quedarse en casa; pero él prefiere no preocuparse.
Benigno dice que su preocupación es ahora no pasar hambre.
El presidente Andrés Manuel López Obrador anunció en días pasados que “adelantará” cuatro meses de pensión universal a los ancianos para que puedan hacer frente a esta contingencia que los golpeará por todos los frentes. Muchos fueron abandonados por sus familias o serán despedidos incluso de trabajos con salarios muy bajos como los empacadores de despensa en los supemercados.
En estos días, unos 35,000 mexicanos, entre 60 y 74 años serán despedidos en los próximos días. Walmart, por ejemplo, anunció que los enviaría a casa para alejarlos de los riesgos de contagio, pero también de un ingreso extraordinario y la oportunidad de sentirse productivos.
“Yo me pongo en manos de Dios: él sabe lo que hace”, comenta Benigno desde sus trinchera.