Sinceramente, después de ver la masacre que hicieron los rusos, dejando las calles llenas de cadáveres en las ciudades de Bucha, Mariupol, Mikolaiv, Jarkiv y otros lugares. En algunas de esas calles, yo he caminado, hablando a la gente del amor de Cristo, y ahora ver la destrucción, ¡¡¡¡mi alma se llena de dolor y me cuesta perdonarles!!!! Luchando con estos sentimientos de dolor y angustia, recordé la historia que me contaron de un momento en la vida de un hombre que luchó con sentimientos semejantes, Nelson Mandela, un hombre a quien yo admiro mucho. Les compartiré aquí con ustedes también.
Cuenta, Nelson Mandela, que mientras el ejercía la presidencia, un día estuvo almorzando en un restaurante en Johannesburgo, junto a su escolta personal. Cuando de pronto vio a un hombre sentado solo junto a la mesa, justamente enfrente de nosotros. Cuando le trajeron el menú, le dijo a uno de sus escoltas que fuera e invitara a ese hombre a nuestra mesa. Vino y se sentó junto a mí y le trajeron su delicioso platillo. Mientras disfrutaba de la comida, sus manos le temblaban, además, en todo ese tiempo, no me miro a los ojos. Solo permanecióviendo la comida, con la cabeza hacia abajo. Al terminar de comer, se despidió de mí, sin mirarme la cara. Yo le pasé la mano y se fue con un rumbo desconocido.
En ese momento uno de mis guardaespaldas me dijo: Señor, ese hombre seguro tiene una enfermedad ya que mientras comía sus manos le temblaban. Sin embargo, le respondí. Para nada, la razón de que sus manos le temblaban son otras. Ese hombre era el guardián de la cárcel donde yo estuve encerrado. Élsiempre me maltrataba, me gritaba y cuando le pedía agua se burlaba de mí, me tiraba basura y me humillaba. Él no tenía una enfermedad, solo estaba asustado porque pensaba que ahora que soy presidente iba a vengarme de él. Pensó, que seguramente lo iba a meter preso, hacerle lo que él me hizo, pero yo nunca haría algo así. Todos los miembros de mi escolta estaban impactados por la historia. No creían como podía ser amable con una persona que me hizo tanto daño.
La lección para todos nosotros es, porque cuando Nelson Mandela, obtuvo su libertad e iba saliendo por la puerta hacia su libertad, él sabía muy bien que, si no dejaba atrás toda la ira, el odio y el resentimiento, seguiría siendo prisionero. Todos debemos aprender que el perdón libera el alma y elimina el miedo. El perdón es un arma poderosa. Debes perdonar a aquellos que te han hecho mal, incluso a aquellos que ni se arrepienten de sus malas acciones. Aferrarse a la ira, solo te dolerá a tí, pero no a ellos.
En la Oración Modelo que Jesús nos enseñó, dice” “Perdónanos nuestros pecados, como también nosotros perdonamos a todos los que nos ofenden”. Lucas 11:4. Debemos entender que estos son perdonados por el sacrificio de nuestro Señor en la cruz. Escrito está en 1 Pedro 2:24 “quien llevó el mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuimos sanados”.
Cuesta perdonar, siendo que la falta de perdón es la propia decisión de vivir encarcelados y no experimentar libertad en nuestras vidas. Decimos, es que yo no puedo olvidar lo que me hicieron y por eso no puedo perdonar. En muchas ocasiones ni siquiera el tiempo podrá hacer que una persona olvide ciertos sucesos de su vida y mucho más cuando estos dejaron grandes cicatrices.
Cuando una persona perdona a otra no quiere decir que NO recordará aquel suceso negativo, sino que, aunque lo recuerde ya no causara dolor, porque aquella herida fue llevada a la cruz. Solo cuando miramos a la cruz podemos ver el más grande ejemplo de perdón. El perdonar nosotros, somos capaces, por la única y sencilla razón, porque tenemos el fruto del perdón y la gracia recibidos de Dios. El perdón de Dios es un perdón sin límites.
Perdona y ora por quien te ofendió y te humilló. Hasta el tiempo que tu corazón deje de doler, es difícil, si yo lo sé. Pero eso es lo que Dios nos enseñó y espera de cada uno de nosotros. Si lo haces, vendrá sanidad a las heridas de tu alma. Perdona a todas las personas que te han herido y Dios te va a recompensar condoble Victoria y bendición. Aprende a perdonar a cada persona, incluso cuando no te pidan para que les perdones.
Los rencores no te harán feliz, si no los sueltas. Debes soltarlos y olvidar.
Recuerda:
“El perdón borra, lo que el tiempo no borrará, jamás”. Un abrazo de perdón.