Como escritor y conferencista, siempre tengo una meta muy clara que quiero alcanzar con mis lectores y oyentes. Mi mayor tarea es ponerlos incómodos, esperando que esa incomodidad los lleve a hacer cambios en sus vidas y así lograr mejores resultados. Si eso lo logro con usted, es misión cumplida. Así que preste atención. Hoy quiero hacerle una pregunta, muy personal, ¿de cuál fuente está bebiendo usted?
Para tener una fuente inagotable de agua pura y fresca, lo ideal es tener un buen pozo. Pero en muchos lugares (especialmente desérticos donde las precipitaciones de lluvias no son frecuentes), para preservar y abastecerse de agua, la gente se la ha ingeniado construyendo cisternas o aljibes. Se parecen a los pozos, con la diferencia que no tienen una fuente abierta donde brota el agua. Las paredes y el fondo de la cisterna se cubren con cemento y luego aprovechando la lluvia canalizan la caída del agua de los techos, asegurando y almacenando el abastecimiento del preciado líquido.
En la antigüedad las cisternas servían también como cárceles. En el libro de Génesis 37:12-36 nos dice que cuando los hermanos de José, los hijos del Patriarca Jacob, quisieron deshacerse de su hermano lo echaron en una cisterna y luego cuando vieron venir a los ismaelitas mercaderes, lo sacaron y lo vendieron. También los siervos del Rey Sedequías echaron al Profeta Jeremías en una cisterna porque les decía la verdad que ellos no querían oír (Jeremías 38:1-27).
Quizás usted ha escuchado la expresión popular: “Es un barril sin fondo” o “Es una cisterna rota que no retiene el agua”. Permítame contarle la historia de por qué se usan estas expresiones.
En Jeremías 2:9-13 el profeta, para que la gente reaccionara, les preguntó si alguna vez habían oído que algún pueblo cambia sus dioses, aunque realmente no eran dioses. Vayan a Chipre, en el Mediterráneo, o a las costas de los países árabes, no encontraran que los pueblos cambien sus dioses por otros. Son fieles, permanecen en sus convicciones. Pero el pueblo de Dios, que tiene un Dios vivo le da la espalda. Es como si hubieran dejado el pozo de la fuente de agua viva y se hicieron cisternas, y además, están rotas y no pueden contener el líquido. Tratan de suplir sus necesidades y resolver sus problemas a nivel humano, cuando las necesidades son más profundas. Las necesidades del alma, del espíritu no se resuelven con soluciones humanas.
Toda esta historia nos quiere enseñar una sola verdad. Estas dos posibles fuentes: pozo o cisterna, representan las dos formas como la gente busca la solución a sus necesidades y problemas. Unos beben de un pozo con fuente inagotable y otros usan una cisterna donde se puede agotar la reserva, pero si esta quebrada o rota, ni siquiera puede contener el líquido necesario.
Les contare la historia de una mujer que tenía problemas de soledad, falta de sentido en la vida, falta de respeto y amor. En otras palabras, se sentía abandonada y humillada por todos. Un día fue a una fuente, que resultó ser una cisterna rota, luego fue a la segunda con igual resultado. Busco la tercera, la cuarta y luego la quinta, y ninguna pudo satisfacer la sed que tenía. Decidió entonces vivir una aventura, a lo que venga. Un día, necesitaba agua y tomando su cántaro se dirigió al “Pozo de Jacob”, calculando bien la hora del día para no encontrarse con nadie. Al llegar vio allí junto al pozo a un hombre sentado. Al juzgar por su vestimenta, parecía un Rabino judío. Lo saludo y comenzó a sacar el agua para su cántaro. Luego este hombre la sorprendió pidiéndole agua para beber. Ella, al principio titubeo, por el clasismo que reinaba entre judíos y samaritanos. Pero su sorpresa fue interrumpida, cuando el hombre le comenzó a decir – “Oh, si tu supieras quien soy yo, tú me pedirías agua a mí”. “Oh, si, dámela para que no tenga que venir más a este pozo” – contestó ella. Entonces Él le dijo que fuera a llamar a su marido. Ella le contesta que no tiene marido, es una mujer sola. “Bien has dicho” – contestó Él – “porque cinco maridos has tenido y el que tienes ahora, no es tuyo”. Ahora, ella descubre que el hombre es el Mesías. Es la Fuente de Agua Viva. Ella ha tratado de saciar su sed buscando en cinco pozos que resultaron cisternas rotas y que la aventura que estaba viviendo no tenía fondo. Por fin encontró la Fuente Inagotable de Agua que brota para vida eterna, Jesucristo (Juan 4:1-26).
Ahora bien, ¿de cuál fuente estás bebiendo? No hay cisterna posible que puede saciar la sed que usted tiene dentro. Solamente la Fuente de Agua Viva, Jesucristo, es el único que lo puede lograr. Venga a Él.
Bendiciones
Hasta la próxima.
Dr. Pedro Yaruchyk