Al pasar por una calle de nuestra ciudad, en una de las casas, por cierto, muy bonita, tenía un letrero que me llamo la atención. Con letras muy grandes decía: SE ALGUILAN CUARTOS y aparecía un número telefónico. Estacioné mi auto y apunté el número para luego, por pura curiosidad, llamar e informarme. Cuando llamé, la dueña me dio la siguiente información: no se requiere referencias ni información pasada, tampoco pago anticipado. El cuarto es privado, pero la cocina, sala y baño se compartirán con los dueños. Le pregunté a la señora si ella no le daba miedo de tener en la casa un desconocido, un intruso. Me dijo que necesitaba ayudarse un poco económicamente y por eso lo hacía de esa manera. Personalmente, me parece que eso es un gran riesgo.
Ese evento me hizo recordar una historia bíblica que contó el mismo Jesús: “Cuando un espíritu maligno sale de una persona, va por lugares áridos, buscando descanso sin encontrarlo. Entonces dice: ‘volveré a la casa de donde salí. Cuando llega, la encuentra desocupada, barrida y arreglada. Luego va y trae a otros siete espíritus más malvados que él, y entran a vivir allí.” Mateo 12:43-45
En su vida no debe existir cuartos disponibles para alquilar. La Palabra de Dios dice que el día en que usted entregó su vida al Señor Jesucristo para que Él fuera su Salvador y dueño de ella, su cuerpo y vida llegan a ser propiedad exclusiva de Dios. “¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y del que han recibido de parte de Dios? Ustedes no son sus propios dueños, fueron comprados por un precio. Por tanto, honren con su cuerpo a Dios.” I Corintios 6:19-20. “Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoracion espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Asi podrán comprobar cual es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta”. Romanos 12:1-2.
Después de esta larga introducción, vamos a hablar muy claramente. Si usted no ha invitado a Jesucristo para que sea el Salvador y Señor de su vida, su cuerpo no tiene dueño. Cualquier espíritu maligno puede venir y tomar posesión. Usted se expone a compartir su vida con intrusos, desconocidos, que le estarán robando, no sólo las cosas materiales, sino la paz del alma y toda bendición espiritual. Si no le ha invitado a Jesucristo, hágalo ya. Si Él llega a ser el Salvador y dueño de su vida, Él pondrá orden y limpieza. Pero, no ande ofreciendo cuartos de su vida para alquilar a intrusos. Porque, ahora, usted es templo del Espíritu Santo, y debe llenar ese templo de adoración, alabanza y oraciones para que la llama del fuego de la Presencia de Dios arda siempre. Que no le suceda como a algunos, que, teniendo sus vidas limpias y ordenadas, no las han llenado y han dando paso para que otros espíritus peores las llenen.
¡Qué en su vida abunde la gratitud, el gozo, la humildad y el servicio! Lea la Palabra de Dios y ore en todo tiempo. No deje que intrusos entren a robarle las bendiciones con las que Dios quiere llenar su vida. Recuerde que “la bendición de Dios es la que enriquece y nunca trae tristeza consigo.” Proverbios 10:22
No más ofertas de cuartos para alquilar. Deje que el dueño absoluto de su vida y de todo su ser, sea el Señor Jesucristo.
Hasta la próxima. Bendiciones
Dr. Pedro Yaruchyk