COLOMBIA. “Me obligaban a orar y a sacarme al ‘demonio’ que tenía dentro, por ser gay”.

“Mis padres me llevaron a una Iglesia católica, donde me hacían exorcismos que duraban horas y al final me preguntaban si seguía siendo gay”.

Así recuerda Danne su traumática experiencia en una “terapia de conversión gay”, el proceso al que fue sometida para intentar cambiar su orientación sexual o identidad de género.

“Me echaban cenizas y me decían que mi espíritu estaba marcado y que había que limpiarlo”, cuenta la colombiana que ahora tiene 29 años.

Ella es una de las muchas personas de la comunidad LGBT+ que han sido obligadas a participar en las llamadas terapias de conversión, que aún se llevan a cabo en muchos países, incluso en aquellos donde han sido prohibidas.

Danne asegura que sus padres la “sacaron del closet” a los 11 años cuando ni siquiera sabía qué significaba ser gay y era conocida por el nombre masculino que le asignaron al nacer.

“Yo sólo sabía que me gustaban otros niños y que quería cosas diferentes a las que querían mis hermanos”.

“Escucharon una conversación que tenía con un amigo, nos interrumpieron y luego empezaron a hacer muchas preguntas”, prosigue.

Al confirmar que su hijo era homosexual, los padres de Danne comenzaron a buscar información sobre el tema y consultaron con varios especialistas.

Luego de descartar múltiples hipótesis sus padres dieron finalmente con una serie de “procesos de corrección sexual” a través de la religión y la espiritualidad. Obviamente, nada de eso cambió sus preferencias.

FOTO: EFE

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