¿Sabías que el refresco es la bebida más estrechamente relacionada con el aumento de peso en Estados Unidos?
Durante años se nos ha advertido sobre los devastadores efectos de un recurrente consumo de refrescos y hoy no es ninguna novedad decir que se relacionan con un aumento en el desarrollo de enfermedades crónicas como: diabetes, enfermedades cardiovasculares, afecciones de salud mental, depresión, hipertensión y obesidad.
Los refrescos son pertenecen al grupo de bebidas más preocupantes y altamente adictivas. Están cargados de azúcares añadidos, colorante de caramelo y una larga lista de aditivos, además existen muchos otros factores dañinos en los refrescos de lo que normalmente figura en las etiquetas de información nutricional.
El adulto estadounidense promedio consume 13 libras de azúcar exclusivamente de refrescos cada año. Y los estudios muestran que el consumo de bebidas azucaradas como los refrescos contribuye al aumento de peso tanto en adultos como en niños.
Entre las razones más preocupantes se encuentra el alto contenido de jarabe de maíz con alto contenido de fructosa, que caracteriza a la mayoría de las variantes de refrescos. Cabe mencionar que el cuerpo solo puede procesar la fructosa de este edulcorante a través del hígado y no puede usar la fructosa para obtener energía como lo hace con la glucosa. Esto contribuye a un aumento de peso aún mayor junto con la desregulación metabólica y la tolerancia a la glucosa alterada.
Por fortuna se ha comprobado que cada vez menos estadounidenses beben gaseosas de forma regular: según una reciente encuesta el 45,8% de los residentes en Estados Unidos, informaron que no consumen gaseosas en absoluto.