Los niños y adolescentes deben ser responsables de su comportamiento y de las consecuencias naturales de el, pero no necesitan que les humilles (sí, castigar en público es humillar).
Increíblemente, me he encontrado con padres y madres que se sienten orgullosos cuando humillan a sus hijos en público pensando que es una buena forma de educación, que así sus hijos aprenderán mejor la lección. No es mi deber juzgar el comportamiento de los padres, puesto que sé que en el fondo lo hacen pensando que es lo mejor para sus hijos, pero sí es mi deber hacerte ver por qué NO deberías castigar a tus hijos en público.
La familia debe ser un lugar seguro
Si tu hijo no se siente seguro en su propia familia, ¿dónde pretendes que se sienta seguro? La familia y los padres deben ser un lugar donde el niño se sienta amado, respetado y querido de forma incondicional.
La familia debe ser un lugar donde los niños puedan expresar sus problemas y sus sentimientos, y donde reciban apoyo y reconocimiento incondicional por parte de los padres. Si castigas a tus hijos públicamente, estarás traicionando este vínculo precioso entre padres e hijos. Esto sería tremendamente doloroso para el niño, haciéndole sentir inseguro, solo y con tanta vergüenza que le duela hasta el alma… y esto NO es educar.
Un niño avergonzado no mejorará su comportamiento
Un niño avergonzando no mejorará su comportamiento, más bien todo lo contrario. Un niño que ha sido castigado y humillado en público sólo sentirá emociones negativas, rencor, odio, rabia… y esos sentimientos mal canalizados no se convertirán en un comportamiento adecuado.
Castigar a los hijos en público es humillarles y hacerles pasar vergüenza, se sentirán heridos por dentro, y los niños heridos no mejorarán su comportamiento, más bien empeorará y presentarán conductas indeseada.
Un niño herido pensará en cómo actuar para evitar ser herido de nuevo, aunque sea de forma negativa.
Este miedo a ser herido de nuevo le hará tener ansiedad y tendrá una herida emocional muy difícil de sanar. De hecho, es probable que cuando sea adulto no se le haya olvidado la humillación que sufrió y le costará confiar en los demás por cómo se sintió traicionado en su infancia.
La intimidad de los niños debe ser RESPETADA al máximo cada día y además, ellos deben aprender a de sus errores con consecuencias negativas, con tu apoyo y respeto y sin necesidad de hacerles pasar una vergüenza que sólo les marcará negativamente en su personalidad.