“¡Mis padres no me comprenden porque no me escuchan!”, es uno de los reclamos más comunes de los adolescentes en la consulta psicológica. Y a esto los padres responden, “¡Pues, por supuesto que te escuchamos!” Y tal vez ambas partes tengan algo de razón.
Por eso, he desarrollado este artículo para reducir al mínimo los motivos por los cuales nuestros adolescentes podrían sentirse poco escuchados.
¿Por qué los padres no escuchamos? (Como los adolescentes quisieran…)
Un adulto suele estar cansado al final del día o preocupado a la mañana, antes de iniciarlo. En medio de la televisión, los chicos peleando por el baño y la mente llena con las demandas de nuestro jefe para el día de la fecha se acerca nuestro adolescente y nos descerraja la fatal pregunta: “¿Por qué fulanita ya no quiere ser mi amiga?”
No es que no nos importe su relación con la mencionada “fulanita”, es que todo lo mencionado anteriormente está como una mayor prioridad en la lista. Entonces oímos al adolescente, le contestamos cualquier cosa, pero no le escuchamos realmente.
¿Por qué los adolescentes nos cuentan sus cosas?
A algunos no les agrada contar sus cosas personales a sus padres. Pero si tu adolescente es de aquellos a los que le gusta hacerlo, ya corres con ventaja: ellos nos cuentan sus cosas solamente si confían en nosotros, si no se sienten juzgados y si saben que lo que cuenten quedará sólo entre ustedes nosotros dos.
Aprender a no hallar solución a todo
No siempre que un adolescente nos aborda pretende hacerlo en busca de soluciones. A veces solamente desean saber qué pensamos del asunto, expresar sus sentimientos en un ambiente tranquilo y en confianza para que sepamos cómo se sienten.
Por eso, si les interrumpimos a cada rato proponiendo soluciones ellos se llevarán la impresión de que no los estamos escuchando, de que solamente nos importa sacar el problema (y a ellos mismos) de encima.
Por eso, para aprender a escuchar a nuestros hijos debemos aprender a darles toda nuestra atención y que ellos se den cuenta de eso: manteniendo el contacto visual. Sonriendo o al menos manteniendo una actitud calmada, asintiendo con la cabeza si así corresponde y haciendo preguntas inteligentes que demuestren que estamos escuchando.
¿Y si realmente en ese momento no tienes tiempo de escuchar? Dile que espere hasta que finalices eso tan urgente y no le falles: cuando termines realmente dedícale toda tu atención y no interrumpas. ¡Te aseguro que vale la pena escucharlos!