Uno se imagina la ceremonia de ciudadanía como un acto muy solemne en una gran sala abarrotada de inmigrantes jurando lealtad a los Estados Unidos, pero lo que Martha Leticia Murrieta vivió debido a la pandemia del coronavirus fue algo totalmente diferente: estaba, sola, en su auto y en un sencillo proceso tipo “drive-thru”.
Ella describe la escena como “surrealista” y “nunca imaginada”.
Uno de las estipulaciones que les demandaron los agentes de inmigración cuando le hablaron por teléfono para darle la fecha de su ceremonia de naturalización fue que asistiera sola y respetando en todo momento las medidas sanitarias impuestas para intentar atajar la pandemia que ha contagiado a millones de personas en el mundo.