Reseña histórica
Una obra arquitectónica que cambió la visión futurista del área que lo rodea
Fort Wayne- Indiana
Por: Andreina Díaz
Platicar hoy día de la planificación urbanística e histórica de la ciudad de Fort Wayne es un reto, pero quienes residen en esta localidad saben que en unos años más adelante será un lugar deseado por muchos para la planificación de gran envergadura que tendrá en el aspecto económico y social.


Históricamente hablando arquitectos, ingenieros, dueños de compañías petroleras transnacionales y constructoras que en su época radicaron en Fort Wayne, pudieron haber apostado por una visión futurística, acertando en lo que es hoy en día esta urbe; en la que se encuentran diversas edificaciones históricas ubicadas tanto en el Centro como en sus alrededores.
Hablemos de la obra de uno de los edificios emblemáticos de la zona, “FAIRFIELD MANOR”. Edificación que generó gran revuelo en críticas dentro de la opinión pública por parte de importantes residentes del área oeste central, desde el anuncio de su construcción en el periódico “The Fort Wayne Sentinel” en el año 1921; debido a que en el espacio que rodeaba el proyecto era un vecindario de clase alta, en la que se admiraban casas opulentas y llamativas.
Según averiguaciones hechas por el investigador Randy Harter, Olaf Nikolaus Guldlin, presidente de Fairfield Manor Realty Co., fue el fundador en 1888 de la exitosa “Western Gas Construction Company” en Winter Street en Fort Wayne. Western Gas fabricó y construyó grandes plantas productoras de gas para ciudades de todo el país que aún no tenían gas natural. Guldlin y sus inversionistas vendieron Western Gas a Koppers Corp. de Pittsburgh, PA en enero de 1921.
Para el mes de diciembre de 1921, se anunció la propuesta de construcción del primer edificio de apartamentos de lujo de gran altura suburbana de la ciudad, a un costo de $750,000. Sin embargo, siete (7) años más tarde en 1928, se logra finalizar la obra ubicada en el 2301 Fairfield con la avenida Creighton.
FAIRFIELD MANOR fue diseñado por el arquitecto más destacado de la ciudad, Charles R. Weatherhogg, utilizando una combinación de elementos, estilos y detalles clásicos.
Hoy día con 90 años exactos después de su construcción, el edificio tiene la instalación de un ascensor con doble salida en los pasillos, hacia el lado posterior este y principal, dándole asi gran proyección futurista al edificio, el cual fue actualizado y cambiado por uno moderno hasta la fecha. Posee siete pisos con pasillos alfombrados de gran longitud, con buen mantenimiento para hacerlo lucir original. Tiene 70 apartamentos tipo estudio, contando adicionalmente de una, dos, tres, cómodas habitaciones y los de lujo siendo más grandes y personalizados con cuatro y cinco dormitorios.
En el momento de culminación de la obra, se dieron a conocer el precio de los alquileres siendo para aquella época los más costosos y que solamente los de buena posición social podían costear. Se constituían de la siguiente manera: apartamentos de tres habitaciones, $ 77.50; cuatro dormitorios, $ 105.00; y cinco habitaciones a $124.00 por mes. Los apartamentos a sus comienzos tenían incluidas cocinas de gas, refrigeradores eléctricos y cada uno estaban equipados con una cama «Murphy» que se desplegaba desde la pared hacia fuera.
La planta baja se encontraba una sala de recepción y reunión para mujeres, sala de estar y de juegos como cartas, sala de café-té, área de banquetes, cocina principal grande y un salón de belleza.
Originalmente en los planos arquitectónicos de construcción, el edificio tenía un jardín en la azotea para apreciar la ciudad y áreas verdes al sur del estacionamiento, sin embargo, ninguno de los dos fue incorporado.
Hasta la fecha, la entrada principal y central del edificio tienen sus pórticos originales y sus puertas móviles elaboradas de madera con detalles en vidrio y bronce. El área pública interna, es decir la planta baja, aun se exhiben las puertas y marcos de madera que encierran cada sala de entretenimiento en su época y sus bases de mármol color negro verdoso, manteniendo aún la esencia del inicio. También se detalla la confección única de los peldaños de la escalera principal de mármol color crema de 1928, que te conllevan a mano izquierda al primer piso, mosaicos de cristales y pisos de terrazo.
Desde hace treinta (30) años hasta la actualidad, la asociación de vecinos de la zona organiza un recorrido turístico por el área urbanística contando con la visita al emblemático “FAIRFIELD MANOR”, realizando una pequeña exposición de todas las instalaciones, recorrido por los pasillos y apartamento modelo. Para este 2018 más de 1000 personas pudieron disfrutar del pasado al visitar esta hermosa construcción de antaño.
En otro orden de investigaciones acerca de la mente brillante y fundador de Fierfield Manor, Olaf Nikolaus Guldlin, se dice que para el Fort Wayne de hoy, el nombre Guldlin no está asociado con Olaf Guldlin, Western Gas Construction Co. Y muchos menos con Fairfield Manor, sino con su esposa Addie Guldlin. La Sra. Guldlin fue una activista cívica primitiva y defensora de áreas de juego seguras para niños. Addie recaudó fondos para el primer patio de recreo público de la ciudad, que bajo su dirección se construyó para el bienestar familiar e infantil. El parque fue nombrado y dedicado en su honor en el año 1911.
Lamentablemente, dos años después, durante la inundación de 1913 en Fort Wayne, gran parte del área de juegos fue arrastrado y hoy es un campo vacío, todavía llamado Guldlin Park.