Es normal que los padres les exijan a sus hijos que sean muy buenos en el colegio y cumplan con notas excelentes. Pero ¿qué tanto se les exige para que sean buenas personas?

Educación positiva, clave para que los niños sean buenas personas

Niños saludables y felices, honestos, resilientes, compasivos, generosos, solidarios y optimistas. Condiciones ideales que debería cumplir todo niño (y todo ser humano).

Sin embargo, la búsqueda de la excelencia académica –sumada a que muchos padres y profesores no saben cómo guiarlos en esas otras áreas de la vida, más ligadas a la psicología, la ética y las humanidades– hace que dicha tarea esté aún por resolver en muchos casos.

La educación positiva o de carácter es una propuesta pedagógica que busca orientar la formación de niños y jóvenes no solo en las áreas tradicionales, como el lenguaje, las ciencias y las matemáticas, sino en competencias que desarrollan mejores personas, que contribuyen al desarrollo de sus comunidades. Según esta pedagogía, el carácter de las personas es algo que se desarrolla y no algo con lo que se nace.

Warren Symonds, director de la Escuela Preparatoria Mount Barker, en Australia, preocupado por el desarrollo de sus estudiantes y consciente de los desafíos que enfrentan los jóvenes y de las estadísticas que sugieren que un cuarto de ellos sufren síntomas de enfermedad mental, empezó a usar la psicología positiva para generar resiliencia y hacer frente al estrés de la vida.

Los resultados han sido evidentes en los cuatro años que lleva implementando esta pedagogía. Según Australian Learning, los datos de la herramienta de medición del bienestar adoptada en Mount Barker muestran una mejora del 7 por ciento en el bienestar de los estudiantes.

¿Cómo aplicarla?

Estas recomendaciones para que los padres apliquen la educación positiva en la formación de sus hijos:

Creer en sí mismo. Los niños ven el mundo desde el lente de sus padres. Si el padre es pesimista, el hijo seguirá esa tendencia. El propio florecimiento y bienestar de los padres guían a su hijo.

Potencializar las fortalezas. Vivimos en una sociedad en la que es escaso el refuerzo positivo. Por ejemplo, cuando a un niño le está yendo mal en una sola materia, pero en las demás le está yendo bien. Entonces, los padres generalmente buscan refuerzos para lo que va mal. Y lo ideal es identificar qué está haciendo bien y maximizarlo y fortalecerlo. Estamos enfocados en lo malo y no en lo bueno.

Concordancia con la escuela. 
Los valores familiares deben estar acordes con los de la escuela. Por ejemplo, en un partido de fútbol del colegio, el entrenador les dice a los niños que jueguen limpio, pero desde las gradas uno de los padres le dice a su hijo que empuje a los otros. Si esa dicotomía se presenta, la trasmisión de valores no será consistente. / ElTiempo.

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