AUTOMATIZACION…humana?

Veronica Stevens

Hola, con orgullo les presumo que el pasado mes de Septiembre cumplí mi primer año de vivir en esta ciudad…ahhh y cuantas cosas cambian en 12 meses verdad?, el mundo gira tan rápido que no nos damos ni cuenta, cuando acordamos ya pasamos las cuatro estaciones.

En mi caso aplica que esta fue la primera vez que en realidad veo las cuatro estaciones, después de vivir la mayor parte de mi vida en la frontera Texano-tamaulipeca, podrán entender que ahí es puro calor, más calor y súper calor con un poco de inundaciones y viento que sopla fuerte. Las reumas, la humedad y la sinusitis son síntomas que te dicen que el tiempo cambio o “nos llegó el norte” y sacamos la chamarra una vez al año.

Acá se disfruta y desquita la ropa de temporada, pero también se disfruta el sonido de hojas quebrantadas a tu paso, los olores y cambio de color en el invierno y el revivir de ciclo primaveral…el verano son meses de pura actividad al aire libre. Eso me enamora y por primera vez aprendí a detener el “corre y corre” del día, para disfrutar los colores naranjas y rojos, que después parecieran haber desnudado la ciudad y solo contemplar la flaqueza de ramas cubiertas en nieve como postal blanco y negro, a pero que hermoso fue despertar en una mañana de primavera, de pronto las flores renaciendo y pintándonos la vida de bellos rosas, amarillos, morados, lilas y fragancias que inspiran a caminar y dejarnos tocar por el sol. Esas son las maravillas que nos regala Dios.

Y sin querer, en esos pensamientos de lo que hace la mano de Dios, también me detuve a pensar en los inventos de las manos del hombre, para facilitarnos la vida, lo que revoluciona y evoluciona. Ese pensamiento me llevo a mi infancia y de pronto me vi parada en una banqueta de Cuernavaca, Morelos; donde pase mis primeros ocho años, ahí fue creo yo, mi primer acercamiento a la industria y automatización, ahí en la banqueta recorriendo la máquina de la tortillería a donde íbamos a pelear quien llegaba primero con las tortillas recién saliditas, aun cuando en muchos de nuestros pueblos ya ni siquiera existen estas máquinas. Me quede pensando cuando fue la última vez que hice esa fila, que tanto molestaba al calor del día, pero cuanto disfrutábamos esa sopita de fideo con una tortillita suave y flexible, “chopeadita” con sal y limón.

Pensé, que paso con esa familia que vivía de la Tortillería y estanquillo en la esquina, cuántas familias perdieron cuando los almacenes grandes iniciaron sus propias fábricas, cuando fue la última vez que salude a la hija mayor que me daba el extra para comer en el camino?. Es posible que muchos “pequeños comerciantes” luego hayan tenido que buscar trabajo en fábricas comunes, porque sus precios no podían competir con los “grandes”. Yo vi cómo se fue cerrando cada una de estas tienditas, algunas sobreviven, otras ni fotos hay, los sueños se derrumbaron y los consumidores no acostumbramos a comerlas después de abrir un paquete frio y sin ese sabor y olor de recién hecho.

Y eso es solamente el hablar de una tortilla y la tortillería. Si, ya sé que la renovación, los avances tecnológicos y las actualizaciones nos hacen todo más práctico. Pero y en donde quedamos como seres humanos “automatizados”, así trabajamos, como si algo o alguien nos controlara…de pronto con sentimiento y pensamientos fuera de nuestro cuerpo, cuanto hacemos por mejorar sistemas, que al final del día nos llevan a que mucha otra gente, sobre todo hablando de labor y mano de obra, queda fuera de la jugada.

Como quieres combinar tu esta automatización, si de pronto todos nos estamos deshumanizando!

Hoy te invito a hacer esa inspección interna, cuánto y cuándo es necesario parar y volver a ser como antes? Que le estamos dando a nuestros hijos? Trabajemos en el ejemplo y vayamos humanizándonos más, ayudándonos más, sonriendo más…cosechando más!

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