Con gritos de alegría, música, instrumentos y danzas; Fort Wayne hace sentir esta tradición.
Por: Andreina Díaz
La danza tradicional de los Chinelos nace en el año de 1807 en Morelos de Tlayacapan. Para esta época no había ni se realizaban fiestas entre los nativos, solo había trabajo y más trabajo en calidad de esclavos en diversas haciendas. Los españoles, latifundista y hacendados eran los dueños de todo.
Al llegar los españoles a tierras mexicanas trajeron consigo esta costumbre, la cual realizaban en las festividades de carnaval. Las vestimentas de estos eran muy llamativas y con colores vivos para llamar así la atención de todo aquel que los presenciaran. Vestidos con pantalones negros a la rodilla, medias blancas, chaquetas cortas llenos de detalles colgantes, faldas rojas, capas y sombreros grandes con plumas esponjosas; bailaban con brincos y gritaban fuerte por todas las calles llevando antifaces en sus cara.
Los colonizadores y hacendados cedían a los peones esos días de fiesta como un gesto de piedad para ganar indulgencias.
En respuesta a este rechazo y exclusión, los ancianos alegres, adultos, jóvenes y niños indígenas comenzaron a disfrazarse cubriendo sus rostros, usando sombreros hechos de materiales orgánicos y vistiendo ropas viejas de distintos colores para imitar de manera burlesca la fiesta de carnaval organizada por los españoles.
No había una música específica, solo eran gritos de alegría y sonidos que se adaptaban al ritmo del “salto” acompañados de ecos producidos por botes viejos.
Con el tiempo, la música comenzó a cobrar vida, teniendo más de 80 sonidos y melodías. La vestimenta original del Chinelo fue enriqueciéndose con diversos detalles artísticos y estéticos; fue así como se comenzaron a utilizar máscaras de madera con colores referentes al rostro de los conquistadores españoles para intensificar la sátira indígena.
Tradición que trasciende fronteras.
La aparición de los Chinelos es previo a la Cuaresma, durante los desfiles carnavalescos que se realizan en los pueblos de Yautepec, Oaxtepec, Oacalco, Cualtlixco, Jojutla, Totolapan y Tepoztlán, todos ubicados en el estado de Morelos, muy cercanos a la Ciudad de México y de Cuernavaca.
En la actualidad no solo esta costumbre sigue viva dentro de México, sino fuera de sus fronteras.
Conversando muy agradablemente con el señor Sergio y su esposa Leonor de Navarro aquí en la ciudad de Fort Wayne, donde residen desde hace varios años; me explicaron en un contexto cultural la historia de Los Chinelos. Tradición que lleva junto a su familia y amigos desde hace muchos años.
“Es una práctica muy bonita. Un baile que nos llevó a conocer la historia de nuestro país y todo lo que pasaron nuestros ancestros en tiempos de la colonización. No solo la practican adultos, es un baile generacional que comienza por los mas pequeños de la casa hasta los ancianos alegres de cada familia”, acotó.
Vivir en un nuevo país, dejar atrás la cultura y tradiciones que se lleva arraigadas en la piel no fue fácil para esta hermosa familia, pero no fue una excusa para comenzar a revivir sus raíces con brincos y danzas al ritmo de la música poblana.
“Recuerdo que comenzamos esta costumbre aquí en Fort Wayne, cuando le hicimos los 15 años a mi hija, el 7 de agosto del 2011. Ese día decidimos dar a conocer nuestra tradición. Comenzamos a bailar al son de la música coloquial usando la vestimenta de Los Chinelos, nuestras famosas máscaras y sombreros para darle sabor a la fiesta. Todos los invitados sorprendidos comenzaron a brincar junto con nosotros”, comentó el señor Sergio muy feliz.
Luego de esta celebración, la familia Navarro es popular; llevan más de 7 años dando vida a celebraciones dentro y fuera de la ciudad. Son solicitados para animar bautizos, cumpleaños, bodas, 15 años, carnavales, días de los muertos, fiestas de gran renombre, entre otras.
Una familia feliz AL RITMO DE LOS CHINELOS.